Desde los albores de la modernidad la humanidad se percibió a sí misma como capaz de manejar este mundo por sí misma. Los seres humanos comenzaron a pensarse como autores de su propio destino. Para quienes se educaron en esta mentalidad poco importó el hecho palpable de que la mentada modernidad solo favorecía a unos pocos, que amplias mayorías quedaban excluidas de los beneficios que el mundo moderno aportaba. La postmodernidad cuestionó los logros que la modernidad prometía e incluso propuso que esta había fracasado. Sin embargo, la vida cotidiana de los seres humanos modernos y posmodernos no cambió masivamente. La humanidad se había acostumbrado a usar y abuzar de los beneficios que el mundo moderno había aportado. La vida era más cómoda, las libertades individuales eran vistas como un valor absoluto e incluso opuesto al bien común. El abuso en el manejo de los bienes creados no preocupaba demasiado. El egoísmo y la ambición desmedida llevaron invisibilizar a los más vulnerables y a la manipulación sin límites de la creación.
Este descontrol tuvo su consecuencia. Llegó el covid-19. Repentinamente todos sintieron su amenazante presencia. Rápidamente los humanos vieron limitadas sus posibilidades. Poco trabajo, imposibilidad de moverse de un lugar a otro. Cambiaron las costumbres. La mayoría renegó de la situación. Algunos no quisieron cumplir con las restricciones impuestas. Otros recordaron que a Dios lo habían olvidado hacia mucho tiempo en los templos y comenzaron a reclamarle una acción directa.
El evangelio que la Iglesia Católica nos propone para la reflexión hoy nos muestra una actitud distinta. Jesús no renegó de la situación que le tocó vivir. Tampoco reclamó a Dios por su supuesta inacción. Según el evangelio, Jesús vino a traer una buena noticia. Jesús se hizo cargo del dolor de la mayoría. No resolvió todos los problemas que afligían a los pobres, pero hizo todo lo posible para ayudar a quienes confiaban en él. No solo anunció una buena noticia, sino que la hizo palpable entre quienes en tiempos de crisis más la necesitaban. ¿Cuál es nuestra actitud ante la situación que nos toca vivir? La de renegar y reclamar o la de asumir y servir.