Jesús en el “sermón del llano” (Lc 6:20-49) había enfatizado la misericordia y el amor en el Reino de Dios, llegando incluso a proponer a sus seguidores el amor a los enemigos (27-36). Jesús no sólo predica sino que pone en práctica la misericordia. Hoy la Iglesia Católica nos propone para nuestra reflexión la acción en que Jesus sana a un esclavo de un centurión romano.
El mensaje indica que el amor misericordioso de Dios no sólo llega a los miembros del pueblo elegido sino a todos los seres humanos. Pero Lucas ordena su relato en forma progresiva y la revelación plena de esta verdad la encontramos en Hechos de los Apóstoles 10. Por ahora, el texto tiene como trasfondo la curación de Naaman el Sirio realizada por Eliseo (2 Reyes 5:1-14). Tanto en el evangelio como en el Libro de los Reyes no hubo contacto físico entre los participantes. Todo se realizó desde la distancia. Ni Eliseo vio a Naaman ni Jesús tuvo contacto con el esclavo o el centurión.
Jesús en el evangelio alaba la absoluta confianza que el centurión manifiesta en que la palabra de Jesús se cumplirá. Esto nos invita a revisar cuánta es nuestra confianza en la palabra de Jesús. Pero hemos de tener en cuenta que si bien el centurión confía plenamente en Jesús, esta confianza no lo lleva alpasivismo, a dejar que Jesús haga todo absolutamente mientras él cruza sus brazos. No, el centurión actúa en todo momento. Su confianza no le impide sino que lo impulsa a actuar. En estos tiempos de pandemia, el Evangelio nos invita a confiar en Jesús sin por ello dejar de hacer nuestra parte para abordar los desafíos que se nos presentan individualmente o como comunidad.