Para mi familia, esta época del año trae la anticipación de celebrar no solo los días festivos, sino también todos nuestros cumpleaños. Estas celebraciones son momentos en los que nos reunimos para compartir, comer juntos, y recordar. Al compartir recuerdos, recordamos quiénes somos como personas y como familia. Covid nos privó de tales celebraciones durante los últimos dos años, pero este año esperamos volver a celebrar juntos en persona. Las restricciones de la pandemia nos han recordado lo valiosos que son esos momentos. Hay mucho trabajo y preparación en las celebraciones familiares, pero es un trabajo que se hace con alegría. Preparar las comidas que compartimos, sabiendo que nuestro esfuerzo alimenta a los que amamos, confiere a estos encuentros las cualidades de la Eucaristía. La gracia de Dios abunda en ellos.
Jesús debe haberse dado cuenta de la importancia de reunir, recordar, compartir y ser alimentado, ya que la Eucaristía que Jesús nos dio es solo eso. Al reunirnos y compartir, se nos recuerda quiénes somos y quiénes estamos llamados a ser. Los últimos dos años nos han recordado lo valiosos que son esos tiempos. Como pueblo eucarístico, nos nutre unirnos como comunidad, como familia, como sea que podamos hacerlo.