Para muchas personas, estos últimos años ha sido un tiempo de tremenda aflicción. La vida de mucha gente ha sido afectada debido al Covid, la guerra en Ucrania, masacres y muchas otras situaciones de destrucción. Podríamos decir que, en medio de estas tragedias, muchos aún sobreviven. Ellos no han perdido la esperanza gracias a la buena voluntad y la generosidad de muchas comunidades que les han ayudado a soportar estas tragedias y a fortalecer sus vidas. Por lo tanto, en todas estas situaciones, podemos apreciar que la comunidad es en realidad fuente de esperanza. Cuando estamos luchando, cuando estamos derrotados, es muy consolador ver cómo una comunidad cuida de nosotros y aún más importante, ver cómo una comunidad nos invita a ser parte de ella, de tal manera que no perdamos el sentido de nuestra verdadera identidad.
La celebración de la solemnidad de la Santísima Trinidad es una oportunidad para reflexionar en nuestra compresión de Dios como una Comunidad de Personas en la que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, y por esta razón cada uno está en el otro. De la misma manera, esta Comunidad Divina desea que cada uno de nosotros sea parte de ella y disfrute de su misma vida. Por esta razón, la palabra se hizo carne en el Hijo – y gracias a su pasión, muerte y resurrección – el Espíritu Santo ha sido dado a nosotros. Pertenecer a esta Comunidad Divina nos permite mantenernos fuertes y proclamar: ¡no estamos solos! En este sentido, nuestras comunidades son la esperanza que sostiene y alimenta nuestras vidas.
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