Los eventos del año pasado se desarrollaron rapidamente a medida que el virus COVID19 extendía su control global. Sin respetar la geografía, la persona o incluso la aparente preparación, el virus se ha llevado literalmente millones de vidas y nos ha llevado a un lugar similar al silencio y al aislamiento del Sábado Santo: ya no trabajamos, socializamos, compramos, salimos a comer, o vamos a la escuela como lo hacíamos antes… Estamos tratando de encontrar noticias para hacer afrontar la situación. Estamos tratando de descubrir el significado de lo sucedido. Estamos tratando de ver el rostro de Dios. Miramos en la oscuridad, anhelando un rayo de esperanza.
Con su Carta Apostólica Patris Corde (Con un Corazón de Padre), el Papa Francisco declaró 2021 como el Año de San José. Él escribió: “Mi deseo de hacerlo aumentó durante estos meses de pandemia, cuando experimentamos, en medio de la crisis, cómo 'nuestras vidas están entretejidas y sostenidas por gente común, que a menudo se pasa por alto. Personas que no aparecen en los titulares de periódicos y revistas, o en el último programa de televisión, pero en estos mismos días seguramente están dando forma a los hechos decisivos de nuestra historia.'” Ellos son los que están en nuestras propias vidas como lo fue San José en el vidas de María y Jesús.
La presentación explorará tres aspectos desarrollados por el Santo Padre a partir de la vida de San José que nos dan sugerencias para afrontar la situación, darle significado, fundamentos para la esperanza y evidencia de cómo “El Señor de los anfitriones está con nosotros; el Dios de Jacobo [¡y de Lea!] es nuestra Fortaleza” (Salmos 46:7). San José es el hombre de valor creativo. San José es el hombre que permanece discretamente en las sombras, enseñándonos el valor del trabajo. San José es el hombre que sueña sueños, mostrándonos cómo conectar nuestros sueños con el del Eterno Soñador.