El teólogo Avery Dulles escribió un libro clásico titulado Modelos de la Iglesia, en el que identificó cinco modelos de la Iglesia. Después de reflexionar más, sedio cuenta de que el modelo necesario en nuestro mundo de hoy es una comunidad de discípulos.
En una reflexión anterior identifiqué cuatro elementos que transforman las comunidades y desarrollé una, discerniendo los dones de cada miembro de la comunidad. Don y llamada siempre van juntos. Solo podemos discernir dónde y cómo Dios nos está llamando en el ministerio cuando nos damos cuenta de la plenitud de nuestros dones.
En esta reflexión quisiera referirme brevemente a los tres elementos adicionales. En primer lugar, las comunidades cristianas comparten la fe. Compartir la fe no significa rezar juntos. Compartir la fe significa compartir experiencias de fe, por ejemplo, ¿dónde he experimentado a Dios en las últimas veinticuatro horas, o quién ha reflejado más a Jesús para mí? El segundo elemento es estar lleno de vida. Lamento decir que he experimentado demasiados individuos en la iglesia, especialmente entre los líderes, que se quejan de estar cansados. Recuerden, Jesús dijo que vino para que pudiéramos tener vida, y tenerla al máximo. El elemento final es ser discípulos del perdón. St. Papa Juan Pablo II declaró que si usted busca las escrituras, usted encontrará que hay dos características que emergen para describir a Jesús: curación y perdón.