Como con todos los seres humanos, puede haber momentos en que la vida se pone dura para nosotros. Los sentimientos de insuficiencia y desaliento podrían fluir sobre nosotros como olas enormes. En tal momento, soy agraciado por el pasaje del evangelio sobre la contribución de la viuda pobre al tesoro del templo (Marcos 12:41-44, o Lucas 21:1-4).
Lo que más me llama la atención de este pasaje es la conciencia llena de cuidado de Jesús de cómo era la vida para esta mujer, su respeto y dulzura por ella, y su comprensión de ella y su contribución. Desde ese entendimiento, el reconocimiento que señaló a sus discípulos es que ella dio todo lo que tenía. Él la describió dando esas dos monedas pequeñas como ella dando más que nadie.
Esa descripción cambia la forma en que la mayoría podría describir la situación. En un momento difícil, necesito saber que Jesús podría describir la situación de manera diferente que mi dolorida psique la describe. Aún más, recordar el cuidado y respeto de Jesús por esta mujer me recuerda que Jesús podría querer que yo experimente su profundo cuidado y respeto por mí, especialmente en mi tiempo de dificultad.
Que, por la gracia de Dios, pueda siempre ver a los demás y sus realidades, y responder con cuidado y respeto.