¡Qué bueno es darte gracias Señor! (Salmo 91)
El salmo de este pasado domingo nos recuerda que como Cristianxs nos reunimos semanalmente para conjuntamente ofrecer nuestra acción de gracias a Dios. Este sentido de “acción de gracias”, de la palabra griega “eucaristía” (εὐχαριστία), es lo que por más de dos milenios nos ha convocado. ¡Nos reunimos precisamente para celebrar con alegría y gratitud! Sin embargo, temo que, en general, hemos ido perdiendo esta experiencia sencilla de vivir la “misa” como una verdadera fiesta de gratitud por la Buena Noticia de que Dios, realmente, Es-con-nosotrxs. Conozco a muy pocas personas que describen su participación dominical como una reunión gozosa de gratitud. Y al reflexionar esto, me pregunto si esto no sea, en el fondo, porque hemos perdido la sensibilidad de descubrir las pequeñas “señales en el camino”; de vivirnos en comunión con las manifestaciones de Dios.
Escuché recientemente en un podcast sobre la salud, una estadística que me dejo anonadada. Decía una doctora en medicina que las personas que residimos en EEUU pasamos el 97.3% de nuestro tiempo diario dentro de un edificio o automóvil. Es decir, que nos pasamos casi toda la vida, encerradxs y separadxs del mundo creado por Dios. Y, además, pasamos un promedio de 4 horas y 37 minutos al día mirando el teléfono. Por lo que, añadiendo el tiempo que nos pasamos como prisionerxs de nuestra mente – ancladas en el pasado o ansiosamente buscando el futuro – prácticamente vivimos desconectadxs de toda la naturaleza, de lxs demás y, por consiguiente, de la presencia del “reinado” de Dios.
Con la lectura del Evangelio de ayer podemos afirmar, como nos han apuntado el trabajo de muchos exegetas bíblicos, que el núcleo de la predicación de Jesús fue el “Reinado de Dios.” En las dos parábolas, Jesús, utilizando imágenes de la naturaleza nos “señala” que el Reino de Dios está para descubrirse en lo pequeño, ordinario y sutil. Jesús siempre nos lanza a descubrir que Dios está actuando, aquí, de una manera continua y procesal y que solo necesitamos ver, observar, escuchar, en otras palabras, atender con amor, esa presencia. El Reino no es fruto de normas, programaciones, creencias/doctrinas, ni siquiera necesitamos hacer nada. Surgirá dentro de nosotrxs, como dice Fray Marcos Rodriguez, OP (sacerdote madrileño), “de una intuición de lo que en realidad eres…cuando dejes de considerarte como un yo aislado y descubras que eres uno con toda la Realidad.” ¿No será que nuestra falta de atención y conexión nos ha robado la capacidad de asombro y gratitud? ¿Qué tal si nos proponemos esta semana salir un poquito más de las paredes que nos separan de los demás y observar sonrisas, pétalos, puestas del sol, ….? ¿Podremos descubrir como reina Dios hasta en las “más pequeña de las semillas”? (cfr. Marcos 4,31). Me sospecho si nos damos un tiempo para atender con amor, tendremos que gritar: ¡Qué bueno es darte gracias Señor!