Reflexión Vigésimo octavo Domingo en el tiempo ordinario - Ciclo B
En el Evangelio de Marcos escuchamos la pregunta urgente de un hombre para Jesús, "¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?" Quizás una pregunta que hemos escuchado antes o sobre la cual nos hemos preguntado? ¿Es su preocupación por lo que sucederá cuando muera? Sentimos su desesperación. También sabemos que es un buen hombre, un hombre piadoso que ha guardado los mandamientos. Tiene muchas posesiones, pero sabemos que eso no lo salvará de la muerte. La muerte es inevitable para todos nosotros... . Nadie vive para siempre.
Este hombre necesita ser sanado, Jesús lo conoce bien, como a cada uno de nosotros. Cuando Jesús le dice al hombre que venda todas sus posesiones, el hombre se va conmocionado y afligido. Le hizo una pregunta a Jesús y le dijo qué hacer... ¿Cuántas veces hemos hecho una pregunta a Jesús y deseamos una respuesta??? A menudo no oímos una respuesta directa... Este hombre obtuvo una respuesta directa... Quizás no era lo que quería oír... ¿Qué nos falta? Quizás necesitamos reflexionar sobre cómo aflojar nuestro control sobre las cosas materiales que sentimos son tan importantes y discernir lo que Dios nos llama a aferrarnos. Dejad de lado las cargas terrenales que nos imponemos.
¿Qué debemos hacer para heredar la vida eterna??? Tomar la mano de Jesús, seguirlo. Es una invitación que Él ofrece a cada uno de nosotros
Dios misericordioso, Trato de seguirte fielmente.
A veces me cuesta. Ayúdame a renunciar a mis amores terrenales que vienen antes de ti. Guíame en mi viaje. Amén.