¡Hoy es el Día de Todos los Santos, una de mis celebraciones favoritas de nuestra fe católica! En este día recordamos nuestro llamado a la santidad. Todos estamos invitados a ser santos, siendo creados a imagen y semejanza de nuestro Dios. Pertenecemos al Reino de Dios. Recuerdo una canción favorita que solía cantar en el coro, “Benditos sean” de David Haas. El estribillo resume el día de hoy para mí mientras vivo este momento de la pandemia de COVID-19 que ha cambiado nuestro mundo y la forma en que vivimos hoy.
Covid me ha agobiado con la pérdida de seres queridos que han muerto a causa de este virus mortal. A demás en esos momentos no he podido estar presente con mi familia y amigos. No pude asistir a los funerales en persona, no pude consolar a otros con un abrazo. Estoy limitado para hacer mi trabajo al no poder viajar o reunirme con otras personas. Me pongo un cubre bocas y me lavo las manos para protegerme y proteger a los demás. Participo en reuniones virtuales y convocatorias de mi trabajo y estudios. Conozco personas que han perdido sus trabajos y están teniendo problemas económicos. Este año, mi hija de 12 años contrajo COVID-19 en la escuela. Mi esposa y yo temíamos perderla; sin embargo, pudo vencer este virus y ahora está completamente vacunada.
Señor, ¿a dónde vamos desde aquí? Las bienaventuranzas nos recuerdan que Dios no nos ha abandonado y nos ama a todos. “Dichosos los que lloran, porque serán consolados” (Mateo 5: 4). Dios está con nosotros y nos llama a ser santos. Somos los hijos de Dios. El tiempo de Covid es una invitación a orar y reflexionar sobre cómo Dios ha estado presente en nuestras experiencias de vida. Si somos compasivos y caminamos con otros que están sufriendo, permitamos que Dios nos consuele y sane. Acojamos hoy su presencia divina en nuestras experiencias de la vida diaria, mientras cantamos:
“¡Alégrate! ¡Bendito eres, santo eres! ¡Alégrate! ¡Tuyo es el Reino de Dios! " Amén.