Después la transfiguración de Jesús frente a tres de sus discípulos descendió de la montaña para encontrase con un nutrido grupo de personas: sus otros discípulos, algunos de sus enemigos y gente que quería verlo. De entre la multitud surgió un padre que había traído a su hijo para ser curado. Desde hacía mucho tiempo el muchacho sufría.
Todo lo que dijo el padre es como una plegaria. Primero el padre pidió la ayuda de Jesús y su compasión para su hijo y luego afirmó su fe y al mismo tiempo pidió que ella aumente. Jesús por su parte pregunta el motivo de la discusión; la sola presencia de Jesús incomoda al espíritu; entonces Jesús le ordena al espíritu que salga; y finalmente tomar de la mano al muchacho.
Los temas que sobresalen son la fe y la oración. Pero hay más. Para mí lo importante es el amor. En medio del tumulto y la discusión aparece el amor paternal. El amor viene de Dios porque Él es amor (1 Jn 4: 8). Jesús muestra amor a través de la compasión. Fe y oración nada son sin amor. Por eso para Santiago la fe sin las obras (“de amor”) nada son (1º lectura de viernes: Sant 2: 17). Queremos crecer en la fe y la oración: ¡amemos los unos a los otros!
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