En enero de 1970 en los Estados Unidos- para aquellos de nosotros lo suficientemente mayores para recordar - el grupo, Joe South y los Creyentes lanzaron una canción de éxito titulada "Camina una milla en mis zapatos". Esta canción pide que antes de juzgar y criticar a otro camines una milla en sus zapatos.
Me pregunto si esa era una de las cosas que el Señor pedía a los acusadores en la historia que escucharemos en el Evangelio del próximo domingo, con su conocida ataque: “Maestro, esta mujer fue sorprendida en el acto mismo de cometer adulterio… ¿Entonces que dices?" Y todos conocemos la respuesta: “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.”
Las lecturas nos invitan a reflexionar sobre "[el Señor] que nos desafía a examinar nuestros propios corazones antes de juzgar a los demás con justicia propia."
¿Juzgar a otros de qué? ¿Adulterio? No. No eso, algo mucho más que eso. ¡Qué rápido soy para mantener a otros en la prisión de mi juicio, negándoles la libertad de ser plenamente quienes son - para estar plenamente vivos, las personas son poseedoras de su propia historia con sus innumerables heridas y cicatrices, decepciones, fracasos y limitaciones, éxitos y alegrías! Es fácil para mí decir: "¡Nunca olvidaré lo que me hiciste, y tampoco permitiré que lo olvides!"
Sin embargo, Isaías escribe: "No recuerdes las cosas del pasado, las cosas de hace mucho tiempo no las consideres; mira, ¡estoy haciendo algo nuevo!" Y Pablo declara: "Solo una cosa: olvidando lo que hay detrás, pero avanzando hacia adelante."
Entonces, ¿qué "está por venir"? Pablo dice que es la "búsqueda [de perfecta] madurez ... en [la] esperanza de que pueda poseerla ..." ¿Madurez perfecta? ¿De qué se trata?
Es permitir a los demás su derecho. Es respetar al otro. Respeto: re (otra vez) + espectador (mirar) = mirar de nuevo. Es tener la madurez para mirar a otro de nuevo en un esfuerzo por desentrañar la verdadera historia de quiénes son y las razones detrás de quien ahora se han convertido.
En nuestra prisa por juzgar, ¿es posible que también nos estemos juzgando a nosotros mismos? ¿Es posible que mi arrogancia se base en mi incapacidad de respetar mi propia historia, una historia que me une íntima e inextricablemente con la tuya?
Hay esperanza en esto, ¿no? Es la esperanza nacida de nuestra humanidad común la que no quiere vivir en la angustia del pasado, sino en un mañana de concordia, armonía y auténtica libertad humana.
Te invitamos a agregar tus propios comentarios sobre esta publicación en Facebook.