A veces recibimos lo que esperábamos, pero no por lo que rezamos. La esperanza invita a algo nuevo en nuestro presente. La mayoría de las veces, esperamos que lo nuevo sea mejor que lo que tenemos ahora. Sin embargo, para que lo nuevo sea bienvenido, incluso reconocido, hay que dejar ir algo más. Este es el mensaje de Pascua. A lo largo de su vida pública, Jesús trató de llevar a los apóstoles a un nuevo entendimiento. Tuvieron que dejar ir sus propias esperanzas de un nuevo reino davídico, esperanza que se interpuso en su entendimiento del Mesías, expectativas que no estaban en sintonía con las ideas de Dios. Ellos llegaron a estas lecciones solo después de descubrir la tumba vacía.
** "Esperábamos que fuera él quien redimiera a Israel" (Lc 24, 21). Al escuchar al extranjero que se había unido a ellos en el camino a Emaús, los discípulos comenzaron a lidiar con la posibilidad de que su esperanza se había cumplido de una manera totalmente inesperada, ya que sentían que sus corazones "ardían por dentro."
** Llegaron a comprender que se les estaba confiando la continuación de la misión de Jesús. Los relatos posteriores a la resurrección están llenos de “paz este con ustedes, no tengan miedo, no se aferren a mí, apacienten mis ovejas y vayan”. ¡Su esperanza de la llegada del reino de Dios requería que se animaran, dejaran atrás sus miedos y se pusieran a trabajar!
La esperanza de la Pascua no surge después de rumiar de cuánto mejor podría estar el mundo. Dios nos da una mirada breve de un nuevo futuro, un cambio desde el momento presente; pero primero tenemos que soltar para no aferrarse a lo que era.
A medida que la pandemia del COVID19 parece disminuir, es fácil esperar volver a las mismas formas de vivir y experimentar la Iglesia pre-COVID19. Esperamos que todo vuelva a ser "normal." El Papa Francisco y nuestros obispos, sin embargo. nos han convocado a la esperanza en una comunidad revitalizada reunida en el Espíritu, la Iglesia sinodal, que puede parecer y sentirse diferente de lo que esperábamos. Los discípulos de hoy también pueden oír a Cristo resucitado decirnos: ¡Que la paz este contigo, no tengas miedo, no te aferres a mí, atiende a mis ovejas, y VETE! porque a veces, la ESPERANZA es un verbo de acción.
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